El dolor en el parto,
¿insoportable?
– Sandra Gómez –
¿Es el dolor en el parto insoportable? Solo tú puedes responder a esta pregunta, ya que cada mujer es única. Cada embarazo y cada parto son diferentes y están marcados por una serie de circunstancias, por eso no podemos generalizar y pensar que para todas es lo mismo, como tampoco podemos creer que las experiencias vividas por las demás marcarán la nuestra.
Lo que sí podemos hacer todas es cambiar el discurso respecto al proceso de parto.
El parto duele, sí, esto es algo que no podemos negar, pero lo que sí debemos es cambiar la forma en la que hablamos de él como algo terrorífico, extremadamente doloroso y experiencias que dan absoluto pavor.
Es importante que seamos conscientes que esta es una más de las cosas que llevamos en nuestra mochila por ser mujer, desde que somos pequeñas apenas escuchamos hablar del parto, y a medida que vamos siendo más grandes lo que escuchamos son historias de terror. Sin ir más lejos, hasta en las películas se muestran partos en el que las mujeres gritan con absoluto descontrol, lanzan cosas por el aire e insultan a sus parejas. Con esta idea van la mayoría de las mujeres a parir, por lo que no es de extrañar que muchas de ellas se muestren reacias a ese momento, digan que no quieren parir o que pase lo más rápido posible.
¿Para qué sufrir en el parto?
¿Quién no ha escuchado a nuestras madres, amigas o, incluso, alguna abuela, decir: para qué vas a sufrir pudiendo usar la epidural? En realidad, si escuchamos sus historias de parto es entendible que nos digan esto, pues muchas de ellas vivieron partos realmente duros, como consecuencia, en la mayoría de los casos, de la medicalización del parto. Cuando el parto pasó de las manos de mujeres y el calor del hogar, al entorno hospitalario y atendido por profesionales con la intención de hacerlo más seguro y controlado, hubieron muchas cosas que se quedaron en el camino: el soporte de personas de confianza, la calidez y comodidad del espacio, técnicas para el manejo del dolor como masajes, agua, calor…
Las mujeres de pronto se vieron en un paritorio frío y muy iluminado para comodidad de los sanitarios, acostadas boca arriba en una camilla, de nuevo para la comodidad del profesional, sin libertad de movimiento y, en ocasiones, hasta teniendo que limitar sus sonidos de parto o gritos, para no asustar a otras mujeres o por vergüenza. También, se encontraron solas sin el sostén de una persona de confianza que las apoyara y hablara por ellas si fuera necesario.
Las prisas fue otro de los obstáculos que se sumaron, en los hospitales o clínicas, de repente todo debía ocurrir en determinados periodos de tiempo y si te pasabas de ahí es que algo no iba a bien y había que intervenir, sin dejar que el cuerpo actuara por sí solo. Las técnicas o prácticas utilizadas como partos inducidos o el uso de oxitocina sintética pueden generar partos más difíciles. Es evidente que viendo este panorama, los partos fueran muy dolorosos e inaguantables.

Afrontar el parto con positivismo y amor
Por eso, quiero mostrarte la importancia que tiene que trabajemos estos aspectos que hemos normalizados, pero que no tienen por qué ser así.
La forma en la que nos hablamos a nosotras mismas o a otras mujeres es el primer paso. Evita decir: yo no puedo o no vas a poder, no lo vas a aguantar. Escuchemos y leamos historias de partos positivos, incluso con algún imprevisto, pero partos respetados y bonitos. Dejemos de ensalzar aquellos partos que no fueron tan bien, y procuremos recordar esas historias que son mas alentadoras. No juzguemos a mujeres que quieren tener partos naturales y fisiológicos, o mujeres que deciden parir en casa, no las tratemos de locas, hippy o masoquistas, y si desearles lo mejor para ese día, transmitiendo fuerza y poder para ello.
Parir no es miedo ni terror.
Parir no es sufrimiento.
Parir es una experiencia única, natural y fisiológica y la mujer está diseñada para vivirlo.
Como decía antes, el parto duele y duele mucho, pero está hecho y pensado para poder soportarlo, siempre y cuando sea un parto no intervenido, en el que se respeten sus condiciones más naturales y fisiológicas. Junto con el dolor, entran también en juego las endorfinas que son las hormonas del placer y que nos permiten hacer todo más llevadero.
El dolor tiene una misión básica en el parto, es lo que nos hace estar atentas y en movimiento. Mientras el bebé va buscando su camino y esas olas de contracciones van y vienen con mayor o menor intensidad, tu cuerpo solo va adoptando posturas para aliviar el dolor y dejar paso al bebé. Cuando eliminamos el dolor con anestesia, dejamos de sentir casi por completo y por tanto se hace más difícil saber qué necesita nuestro cuerpo para dejar salir al bebé; suele ser el caso en el que hay que intervenir.
El parto te pertenece

De aquí la fundamental de entender e integrar todos estos aspectos, de recuperar todo eso que se nos quitó al medicalizar los partos y volver de nuevo a hacernos dueñas de ese momento, enfrentándolo desde el conocimiento, saber lo que nos espera y qué posibilidades tenemos en cada momento para apaciguar la intensidad.
No tengamos miedo a idealizar ese momento, a plasmarlo con nuestras mejores intenciones en el Plan de Parto, sabiendo que nuestra experiencia puede ser de muchas formas y no todas tienen que ser malas.
¿Cómo caminas hacia tu proceso de parto?
Si ya has parido, ¿recuerdas cómo te referías a ese momento?
¿Conoces qué herramientas puedes usar para aliviar la intensidad de las contracciones?
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